1 de septiembre 2023, Domingo II Semana del Salterio

 

Domingo II Semana del Salterio

 

 

 

I VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

HIMNO: ¿QUIÉN ES ÉSTE QUE VIENE?

 

¿Quién es éste que viene,

recién atardecido,

cubierto por su sangre

como varón que pisa los racimos?

 

Éste es Cristo, el Señor,

que venció nuestra muerte

con su resurrección.

 

¿Quién es este que vuelve,

glorioso y malherido,

y, a precio de su muerte,

compra la paz y libra a los cautivos?

 

Éste es Cristo, el Señor,

que venció nuestra muerte

con su resurrección.

 

Se durmió con los muertos,

y reina entre los vivos;

no le venció la fosa,

porque el Señor sostuvo a su elegido.

 

Este es Cristo, el Señor,

que venció nuestra muerte

con su resurrección.

 

Anunciad a los pueblos

qué habéis visto y oído;

aclamad al que viene

como la paz, bajo un clamor de olivos.

 

Este es Cristo, el Señor,

que venció nuestra muerte

con su resurrección. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.

 

Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA

 

Lámpara es tu palabra para mis pasos,

luz en mi sendero;

lo juro y lo cumpliré:

guardaré tus justos mandamientos;

¡estoy tan afligido!

Señor, dame vida según tu promesa.

 

Acepta, Señor, los votos que pronuncio,

enséñame tus mandatos;

mi vida está siempre en peligro,

pero no olvido tu voluntad;

los malvados me tendieron un lazo,

pero no me desvié de tus decretos.

 

Tus preceptos son mi herencia perpetua,

la alegría de mi corazón;

inclino mi corazón a cumplir tus leyes,

siempre y cabalmente.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.

 

Ant. 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.

 

Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

Los dioses y señores de la tierra

no me satisfacen.

 

Multiplican las estatuas

de dioses extraños;

no derramaré sus libaciones con mis manos,

ni tomaré sus nombres en mis labios.

 

El Señor es mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano:

me ha tocado un lote hermoso,

me encanta mi heredad.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.

 

Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

 

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor. Aleluya.

 

Ant. 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.

 

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11

 

Cristo, a pesar de su condición divina,

no hizo alarde de su categoría de Dios,

al contrario, se anonadó a sí mismo,

y tomó la condición de esclavo,

pasando por uno de tantos.

 

Y así, actuando como un hombre cualquiera,

se rebajó hasta someterse incluso a la muerte

y una muerte de cruz.

 

Por eso Dios lo levantó sobre todo

y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;

de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble

en el cielo, en la tierra, en el abismo

y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.

 

LECTURA BREVE Col 1, 3-6a

 

Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros, al oír hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está reservada en los cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

 

V. Su gloria se eleva sobre los cielos.

R. Alabado sea el nombre del Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. «Si el malvado recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá», dice el Señor.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Si el malvado recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá», dice el Señor.

 

PRECES

 

Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad, y recordando su amor para con nosotros supliquémosle diciendo:

 

Escúchanos, Señor, que confiamos en ti.

 

Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro obispo N.;

protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.

 

Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,

para que así tengan también parte en su consuelo.

 

Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse

y haz que encuentren pronto el hogar que desean.

 

Dígnate dar y conservar los frutos de la tierra

para que a nadie falte el pan de cada día.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Señor, ten piedad de los difuntos

y ábreles la puerta de tu mansión eterna.

 

Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION CONCLUSIVA

 

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

 

 

COMPLETAS – DESPUÉS DE LAS I VÍSPERAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

 

Cristo, Señor de la noche,

que disipas las tinieblas:

mientras los cuerpos reposan,

sé tú nuestro centinela.

 

Después de tanta fatiga,

después de tanta dureza,

acógenos en tus brazos

y danos noche serena.

 

Si nuestros ojos se duermen,

que el alma esté siempre en vela;

en paz cierra nuestros párpados

para que cesen las penas.

 

Y que al despuntar el alba,

otra vez con fuerzas nuevas,

te demos gracias, oh Cristo,

por la vida que comienza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

 

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS.

 

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;

tú que en el aprieto me diste anchura,

ten piedad de mí y escucha mi oración.

 

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,

amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?

Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,

y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

 

Temblad y no pequéis, reflexionad

en el silencio de vuestro lecho;

ofreced sacrificios legítimos

y confiad en el Señor.

 

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,

si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

 

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría

que si abundara en trigo y en vino.

 

En paz me acuesto y en seguida me duermo,

porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

 

Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

 

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

 

Y ahora bendecid al Señor,

los siervos del Señor,

los que pasáis la noche

en la casa del Señor:

 

Levantad las manos hacia el santuario,

y bendecid al Señor.

 

El Señor te bendiga desde Sión:

el que hizo cielo y tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

 

LECTURA BREVE Dt 6, 4-7

 

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN    Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

Bendición

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve raíz, salve puerta,

que dio paso a nuestra luz.

 

Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.

 

 

 

OFICIO DE LECTURA

 

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya.

 

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: PRIMICIAS SON DEL SOL DE SU PALABRA

 

Primicias son del sol de su Palabra

las luces fulgurantes de este día;

despierte el corazón, que es Dios quien llama,

y su presencia es la que ilumina.

 

Jesús es el que viene y el que pasa

en Pascua permanente entre los hombres,

resuena en cada hermano su palabra,

revive en cada vida sus amores.

 

Abrid el corazón, es él quien llama

con voces apremiantes de ternura;

venid: habla, Señor, que tu palabra

es vida y salvación de quien la escucha.

 

El día del Señor, eterna Pascua,

que nuestro corazón inquieto espera,

en ágape de amor ya nos alcanza,

solemne memorial en toda fiesta.

 

Honor y gloria al Padre que nos ama,

y al Hijo que preside esta asamblea,

cenáculo de amor le sea el alma,

su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

 

Salmo 1 - LOS DOS CAMINOS DEL HOMBRE

 

Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche.

 

Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

da fruto a su tiempo

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin.

 

No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

En el juicio los impíos no se levantarán,

ni los pecadores en la asamblea de los justos;

porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El árbol de la vida es tu cruz, oh Señor.

 

Ant 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.

 

Salmo 2 - EL MESÍAS, REY VENCEDOR.

 

¿Por qué se amotinan las naciones,

y los pueblos planean un fracaso?

 

Se alían los reyes de la tierra,

los príncipes conspiran

contra el Señor y contra su Mesías:

«rompamos sus coyundas,

sacudamos su yugo.»

 

El que habita en el cielo sonríe,

el Señor se burla de ellos.

Luego les habla con ira,

los espanta con su cólera:

«yo mismo he establecido a mi Rey

en Sión, mi monte santo».

 

Voy a proclamar el decreto del Señor;

él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:

yo te he engendrado hoy.

Pídemelo: te daré en herencia las naciones,

en posesión los confines de la tierra:

los gobernarás con cetro de hierro,

los quebrarás como jarro de loza.»

 

Y ahora, reyes, sed sensatos;

escarmentad los que regís la tierra:

servid al Señor con temor,

rendidle homenaje temblando;

no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,

porque se inflama de pronto su ira.

¡Dichosos los que se refugian en él!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. 2. Yo mismo he establecido a mi Rey en Sión, mi monte santo.

 

Ant. 3. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

 

Salmo 3 - CONFIANZA EN MEDIO DE LA ANGUSTIA.

 

Señor, cuántos son mis enemigos,

cuántos se levantan contra mí;

cuántos dicen de mí:

«ya no lo protege Dios.»

 

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,

tú mantienes alta mi cabeza.

Si grito invocando al Señor,

él me escucha desde su monte santo.

 

Puedo acostarme y dormir y despertar:

el Señor me sostiene.

No temeré al pueblo innumerable

que acampa a mi alrededor.

 

Levántate, Señor;

sálvame, Dios mío:

tú golpeaste a mis enemigos en la mejilla,

rompiste los dientes de los malvados.

 

De ti, Señor, viene la salvación

y la bendición sobre tu pueblo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú, Señor, eres mi escudo y mantienes alta mi cabeza.

 

V. La palabra de Cristo habite con toda riqueza en vosotros.

R. Exhortándoos mutuamente con toda sabiduría.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del primer libro de Samuel 5, 1--6, 5a. 10-12. 19--7, 1

 

EL ARCA DE DIOS ES DEVUELTA A ISRAEL

 

En aquellos días, los filisteos capturaron el arca de Dios y la llevaron desde Piedrayuda a Asdod. Cogieron el arca de Dios, la metieron en el templo de Dagón y la colocaron junto a Dagón.

 

A la mañana siguiente, se levantaron los asdodeos y encontraron a Dagón caído de bruces delante del arca del Señor; lo recogieron y lo colocaron en su sitio. A la mañana siguiente, se levantaron y encontraron a Dagón caído de bruces ante el arca del Señor, con la cabeza y las manos cortadas, encima del umbral; sólo le quedaba el tronco. Por eso se conserva hasta hoy esta costumbre en Asdod: los sacerdotes y los que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral.

 

La mano del Señor descargó sobre los asdodeos, aterrorizándolos, e hirió con tumores a la gente de Asdod y su término. Al ver lo que sucedía, los asdodeos dijeron:

 

«No debe quedarse entre nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura con nosotros y con nuestro dios Dagón.»

 

Entonces, mandaron convocar en Asdod a los príncipes filisteos y les consultaron:

 

«¿Qué hacemos con el arca del Dios de Israel?»

 

Respondieron:

 

«Que se traslade a Gat.»

 

Llevaron a Gat el arca del Dios de Israel, pero, nada más llegar, la mano del Señor se abatió sobre el pueblo causando un pánico terrible, porque hirió con tumores a toda la población, a chicos y grandes. Entonces trasladaron el arca de Dios a Ecrón; pero, cuando llegó allí, protestaron los ecronitas:

 

«Nos han traído el arca de Dios para que nos mate a nosotros y a nuestras familias.»

 

Entonces, mandaron convocar a los príncipes filisteos y les dijeron:

 

«Devolved a su sitio el arca del Dios de Israel; si no, nos va a matar a nosotros con nuestras familias.»

 

Todo el pueblo tenía un pánico mortal, porque la mano de Dios había descargado allí con toda fuerza. A los que no morían, les salían tumores. Y el clamor del pueblo subía hasta el cielo. El arca del Señor estuvo en país filisteo siete meses. Los filisteos llamaron a los sacerdotes y adivinos y les consultaron:

 

«¿Qué hacemos con el arca del Señor? Indicadnos cómo la podemos mandar a su sitio.»

 

Respondieron:

 

«Si queréis devolver el arca del Dios de Israel, no la mandéis vacía, sino pagando una indemnización. Entonces, si os curáis, sabremos por qué su mano no nos dejaba en paz.»

 

Les preguntaron:

 

«¿Qué indemnización tenemos que pagarles?»

 

Respondieron:

 

«Cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, uno por cada príncipe filisteo, porque la misma plaga la habéis sufrido vosotros y ellos. Haced unas imágenes de los tumores y de las ratas que han asolado el país, y así reconoceréis la gloria del Dios de Israel.»

 

Así lo hicieron. Cogieron dos vacas que estaban criando-y las uncieron al carro, dejando los terneros encerrados en el establo; colocaron en el carro el arca del Señor y la cesta con las ratas de oro y las imágenes de los tumores. Las vacas tiraron derechas hacia el camino de Casalsol; caminaban mugiendo, siempre por el mismo camino, sin desviarse a derecha o izquierda. Los príncipes filisteos fueron detrás, hasta el término de Casalsol.

 

Los hijos de Jeconías, aunque vieron el arca, no hicieron fiesta con los demás, y el Señor castigó a setenta hombres. El pueblo hizo duelo, porque el Señor los había herido con gran castigo; y los de Casalsol decían:

 

«¿Quién podrá resistir al Señor, a ese Dios santo? ¿Adónde podemos enviar el arca para deshacernos de ella?»

 

Y mandaron este recado a Villasotos:

 

«Los filisteos han devuelto el arca del Señor; bajad a recogerla.»

 

Los de Villasotos fueron, recogieron el arca y la llevaron a Loma, a casa de Abinadab; y consagraron a su hijo Eleazar para que guardase el arca.

 

RESPONSORIO    Sal 131, 8-9; Nm 10, 36

 

R. Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder: * que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles te aclamen.

V. Descansa, Señor, entre las multitudes de Israel.

R. Que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles te aclamen.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De las Homilías del papa Pablo sexto.

(Homilía pronunciada en Manila el 29 de noviembre de 1970)

 

PREDICAMOS A CRISTO HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA

 

¡Ay de mí si no evangelizare! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia el amor nos apremia. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda creatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros. Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él ciertamente vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.

 

Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, la verdad y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.

 

Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.

 

¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.

 

RESPONSORIO    2Tm 1, 10; Jn 1, 16; Col 1, 16-17

 

R. Cristo Jesús, nuestro Salvador, ha aniquilado la muerte, y ha hecho brillar la vida y la inmortalidad por el Evangelio. * Y de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.

V. Todo fue creado por él y para él, él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

R. Y de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.

 

Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO

 

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,

a ti nuestra alabanza,

a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

 

Postrados ante ti, los ángeles te adoran

y cantan sin cesar:

 

Santo, santo, santo es el Señor,

Dios del universo;

llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

 

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,

la multitud de los profetas te enaltece,

y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

 

A ti la Iglesia santa,

por todos los confines extendida,

con júbilo te adora y canta tu grandeza:

 

Padre, infinitamente santo,

Hijo eterno, unigénito de Dios,

santo Espíritu de amor y de consuelo.

 

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,

tú el Hijo y Palabra del Padre,

tú el Rey de toda la creación.

 

Tú, para salvar al hombre,

tomaste la condición de esclavo

en el seno de una virgen.

 

Tú destruiste la muerte

y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

 

Tú vives ahora,

inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

 

Tú vendrás algún día,

como juez universal.

 

Muéstrate, pues, amigo y defensor

de los hombres que salvaste.

 

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,

con tus santos y elegidos.

 

La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.

 

Salva a tu pueblo, Señor,

y bendice a tu heredad.

 

Sé su pastor,

y guíalos por siempre.

 

Día tras día te bendeciremos

y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

 

Dígnate, Señor,

guardarnos de pecado en este día.

 

Ten piedad de nosotros, Señor,

ten piedad de nosotros.

 

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

 

A ti, Señor, me acojo,

no quede yo nunca defraudado.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios nuestro, que quisiste hacernos hijos de la luz por la adopción de la gracia, concédenos que no seamos envueltos por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

 

 

LAUDES

 

(Oración de la mañana)

 

 

 

INVITATORIO

 

(Si Laudes no es la primera oración del día

 

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

 

V. Señor abre mis labios

 

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

 

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

 

Venid, aclamemos al Señor,

 

demos vítores a la Roca que nos salva;

 

entremos a su presencia dándole gracias,

 

aclamándolo con cantos.

 

 

Porque el Señor es un Dios grande,

 

soberano de todos los dioses:

 

tiene en su mano las simas de la tierra,

 

son suyas las cumbres de los montes;

 

suyo es el mar, porque él lo hizo,

 

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

 

Venid, postrémonos por tierra,

 

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

 

Porque él es nuestro Dios,

 

y nosotros su pueblo,

 

el rebaño que él guía.

 

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

 

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

 

como el día de Masá en el desierto;

 

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

 

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

 

Durante cuarenta años

 

aquella generación me repugnó, y dije:

 

Es un pueblo de corazón extraviado,

 

que no reconoce mi camino;

 

por eso he jurado en mi cólera

 

que no entrarán en mi descanso»

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.

 

 

HIMNO: CRISTO, EL SEÑOR

 

Cristo, el Señor,

 

como la primavera,

 

como una nueva aurora,

 

resucitó.

 

 

Cristo, nuestra Pascua,

 

es nuestro rescate,

 

nuestra salvación.

 

 

 

Es grano en la tierra,

 

muerto y florecido,

 

tierno pan de amor.

 

 

Se rompió el sepulcro,

 

se movió la roca,

 

y el fruto brotó.

 

 

Dueño de la muerte,

 

en el árbol grita

 

su resurrección.

 

 

Humilde en la tierra,

 

Señor de los cielos,

 

su cielo nos dio.

 

 

Ábranse de gozo

 

las puertas del Hombre,

 

que al hombre salvó.

 

 

Gloria para siempre

 

al Cordero humilde

 

que nos redimió. Amén.

 

 

SALMODIA

 

 

Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

 

 

Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.

 

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,

 

porque es eterna su misericordia.

 

 

Diga la casa de Israel:

 

eterna es su misericordia.

 

 

Diga la casa de Aarón:

 

eterna es su misericordia.

 

 

Digan los fieles del Señor:

 

eterna es su misericordia.

 

 

En el peligro grité al Señor,

 

y me escuchó, poniéndome a salvo.

 

 

El Señor está conmigo: no temo;

 

¿qué podrá hacerme el hombre?

 

El Señor está conmigo y me auxilia,

 

veré la derrota de mis adversarios.

 

 

Mejor es refugiarse en el Señor

 

que fiarse de los hombres,

 

mejor es refugiarse en el Señor

 

que confiar en los magnates.

 

 

Todos los pueblos me rodeaban,

 

en el nombre del Señor los rechacé;

 

me rodeaban cerrando el cerco,

 

en el nombre del Señor los rechacé;

 

me rodeaban como avispas,

 

ardiendo como fuego en las zarzas,

 

en el nombre del Señor los rechacé.

 

 

Empujaban y empujaban para derribarme,

 

pero el Señor me ayudó;

 

el Señor es mi fuerza y mi energía,

 

él es mi salvación.

 

 

Escuchad: hay cantos de victoria

 

en las tiendas de los justos:

 

«La diestra del Señor es poderosa,

 

la diestra del Señor es excelsa,

 

la diestra del Señor es poderosa.»

 

 

No he de morir, viviré

 

para contar las hazañas del Señor.

 

Me castigó, me castigó el Señor,

 

pero no me entregó a la muerte.

 

 

 

Abridme las puertas del triunfo,

 

y entraré para dar gracias al Señor.

 

 

Esta es la puerta del Señor:

 

los vencedores entrarán por ella.

 

 

Te doy gracias porque me escuchaste

 

y fuiste mi salvación.

 

 

La piedra que desecharon los arquitectos

 

es ahora la piedra angular.

 

Es el Señor quien lo ha hecho,

 

ha sido un milagro patente.

 

 

Éste es el día en que actuó el Señor:

 

sea nuestra alegría y nuestro gozo.

 

Señor, danos la salvación;

 

Señor, danos prosperidad.

 

 

Bendito el que viene en nombre del Señor,

 

os bendecimos desde la casa del Señor;

 

el Señor es Dios: él nos ilumina.

 

 

Ordenad una procesión con ramos

 

hasta los ángulos del altar.

 

 

Tú eres mi Dios, te doy gracias;

 

Dios mío, yo te ensalzo.

 

 

 

Dad gracias al Señor porque es bueno,

 

porque es eterna su misericordia.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.

 

 

Ant 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

 

 

Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57

 

 

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:

 

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

 

Bendito tu nombre, Santo y glorioso:

 

a él gloria y alabanza por los siglos.

 

 

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:

 

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

 

Bendito eres sobre el trono de tu reino:

 

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

 

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:

 

a ti gloria y alabanza por los siglos.

 

 

Bendito eres en la bóveda del cielo:

 

a ti honor y alabanza por los siglos.

 

 

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

 

ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 2. Cantemos un himno al Señor nuestro Dios. Aleluya.

 

 

Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

 

 

Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.

 

 

Alabad al Señor en su templo,

 

alabadlo en su augusto firmamento.

 

 

Alabadlo por sus obras magníficas,

 

alabadlo por su inmensa grandeza.

 

 

Alabadlo tocando trompetas,

 

alabadlo con arpas y cítaras,

 

 

Alabadlo con tambores y danzas,

 

alabadlo con trompas y flautas,

 

 

alabadlo con platillos sonoros,

 

alabadlo con platillos vibrantes.

 

 

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 3. Alabad al Señor por su inmensa grandeza. Aleluya.

 

 

LECTURA BREVE   Ez 36, 25-27

 

 

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

 

V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

 

R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

 

 

V. Pregonando tus maravillas.

 

R. Invocando tu nombre.

 

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.

 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

 

Ant. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

 

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

 

suscitándonos una fuerza de salvación

 

en la casa de David, su siervo,

 

según lo había predicho desde antiguo

 

por boca de sus santos profetas:

 

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

 

y de la mano de todos los que nos odian;

 

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

 

recordando su santa alianza

 

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

 

Para concedernos que, libres de temor,

 

arrancados de la mano de los enemigos,

 

le sirvamos con santidad y justicia,

 

en su presencia, todos nuestros días.

 

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

 

porque irás delante del Señor

 

a preparar sus caminos,

 

anunciando a su pueblo la salvación,

 

el perdón de sus pecados.

 

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

 

nos visitará el sol que nace de lo alto,

 

para iluminar a los que viven en tiniebla

 

y en sombra de muerte,

 

para guiar nuestros pasos

 

por el camino de la paz.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

 

PRECES

 

 

Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y digámosle confiadamente:

 

 

Señor Jesús, rey de la gloria, sé tú nuestra luz y nuestro gozo.

 

 

Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la humanidad resucitada,

 

haz que siguiéndote a ti no caminemos nunca en sombras de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida.

 

 

Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,

 

para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

 

 

No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,

 

antes danos tu fuerza para que venzamos al mal a fuerza del bien.

 

 

Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,

 

asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.

 

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

 

Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:

 

 

Padre nuestro...

 

 

ORACION

 

 

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

 

CONCLUSIÓN

 

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

 

R. Amén.

 

 

 

HORA TERCIA

 

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

 

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: VEN DEL SENO DE DIOS, OH SANTO ESPÍRITU

 

 

Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,

 

a visitar las mentes de tus fieles;

 

y haz que los corazones que creaste

 

se llenen con tus dádivas celestes.

 

 

Ilumine tu luz nuestros sentidos,

 

encienda el fuego de tu amor los pechos;

 

Espíritu de Cristo, fortalece

 

este barro mortal de nuestros corazones.

 

 

Danos, Amor, tu amor y la alegría

 

de conocer al Padre y a su Hijo,

 

de poseerte a ti que eres de entrambos

 

eternamente el inefable Espíritu. Amén

 

 

SALMODIA

 

 

Ant. 1. Llamé, y él me respondió.

 

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

 

En mi aflicción llamé al Señor,

 

y él me respondió.

 

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

 

de la lengua traidora.

 

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

 

lengua traidora?

 

Flechas de arquero, afiladas

 

con ascuas de retama.

 

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

 

acampado en Cadar!

 

Demasiado llevo viviendo

 

con los que odian la paz;

 

cuando yo digo: «Paz»,

 

ellos dicen: «Guerra».

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 1. Llamé, y él me respondió.

 

 

Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

 

Levanto mis ojos a los montes:

 

¿de dónde me vendrá el auxilio?

 

El auxilio me viene del Señor,

 

que hizo el cielo y la tierra.

 

 

No permitirá que resbale tu pie,

 

tu guardián no duerme;

 

no duerme ni reposa

 

el guardián de Israel.

 

 

El Señor te guarda a su sombra,

 

está a tu derecha;

 

de día el sol no te hará daño,

 

ni la luna de noche.

 

 

El Señor te guarda de todo mal,

 

él guarda tu alma;

 

el Señor guarda tus entradas y salidas,

 

ahora y por siempre.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

 

Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

 

«Vamos a la casa del Señor»!

 

Ya están pisando nuestros pies

 

tus umbrales, Jerusalén.

 

 

Jerusalén está fundada

 

como ciudad bien compacta.

 

Allá suben las tribus,

 

las tribus del Señor,

 

 

según la costumbre de Israel,

 

a celebrar el nombre del Señor;

 

en ella están los tribunales de justicia

 

en el palacio de David.

 

 

Desead la paz a Jerusalén:

 

«Vivan seguros los que te aman,

 

haya paz dentro de tus muros,

 

seguridad en tus palacios.»

 

 

Por mis hermanos y compañeros,

 

voy a decir: «La paz contigo.»

 

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

 

te deseo todo bien.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

 

LECTURA BREVE   Rm 5, 1-2. 5

 

 

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios; y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

 

 

V. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

 

R. Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

 

 

ORACIÓN

 

 

OREMOS,

 

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por Cristo nuestro Señor.

 

Amén.

 

 

CONCLUSIÓN

 

 

V. Bendigamos al Señor.

 

R. Demos gracias a Dios.

 

 

 

HORA SEXTA

 

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

 

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

 

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL DÍA ESTÁ EN SU CUMBRE

 

 

Cuando la luz del día está en su cumbre,

 

eres, Señor Jesús, luz y alegría

 

de quienes en la fe y en la esperanza

 

celebran ya la fiesta de la Vida.

 

 

Eres resurrección, palabra y prenda

 

de ser y de vivir eternamente;

 

sembradas de esperanzas nuestras vidas,

 

serán en ti cosecha para siempre.

 

 

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,

 

de tu radiante luz llena este día,

 

camino de alegría y de esperanza,

 

cabal acontecer de nueva vida.

 

 

Concédenos, oh Padre omnipotente,

 

por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,

 

vivir ahora el fuego de tu Espíritu,

 

haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.

 

 

SALMODIA

 

 

Ant. 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.

 

 

Salmo 22 - EL BUEN PASTOR

 

 

El Señor es mi Pastor, nada me falta:

 

en verdes praderas me hace recostar;

 

 

me conduce hacia fuentes tranquilas

 

y repara mis fuerzas;

 

me guía por el sendero justo,

 

por el honor de su nombre.

 

 

Aunque camine por cañadas oscuras,

 

nada temo, porque tú vas conmigo:

 

tu vara y tu cayado me sosiegan.

 

 

Preparas una mesa ante mí

 

enfrente de mis enemigos;

 

me unges la cabeza con perfume,

 

y mi copa rebosa.

 

 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

 

todos los días de mi vida,

 

y habitaré en la casa del Señor

 

por años sin término.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 1. En verdes praderas me hace recostar el Señor. Aleluya.

 

 

Ant. 2. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.

 

 

SALMO 75 I - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA

 

 

Dios se manifiesta en Judá,

 

su fama es grande en Israel;

 

su tabernáculo está en Jerusalén,

 

su morada en Sión:

 

allí quebró los relámpagos del arco,

 

el escudo, la espada y la guerra.

 

 

Tú eres deslumbrante, magnífico,

 

con montones de botín conquistados.

 

Los valientes duermen su sueño,

 

y a los guerreros no les responden sus brazos.

 

Con un bramido, ¡oh Dios de Jacob!,

 

inmovilizaste carros y caballos.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 2. Grande es en Israel la fama del Señor. Aleluya.

 

 

Ant. 3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.

 

 

SALMO 75 II

 

 

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti

 

al ímpetu de tu ira?

 

Desde el cielo proclamas la sentencia:

 

la tierra teme sobrecogida,

 

cuando Dios se pone en pie para juzgar,

 

para salvar a los humildes de la tierra.

 

 

La cólera humana tendrá que alabarte,

 

los que sobrevivan al castigo te rodearán.

 

Haced votos al Señor y cumplidlos,

 

y traigan los vasallos tributo al Temible:

 

él deja sin aliento a los príncipes,

 

y es temible para los reyes del orbe.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 3. La tierra teme sobrecogida, cuando Dios se pone en pie para juzgar. Aleluya.

 

 

LECTURA BREVE   Rm 8, 26

 

 

De la misma manera, el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.

 

 

V. Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor.

 

R. Con tus palabras dame inteligencia.

 

 

ORACIÓN

 

 

OREMOS,

 

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por Cristo nuestro Señor.

 

Amén.

 

 

CONCLUSIÓN

 

 

V. Bendigamos al Señor.

 

R. Demos gracias a Dios.

 

 

 

HORA NONA

 

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

 

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

 

Fundamento de todo lo que existe,

 

de tu pueblo elegido eterna roca,

 

de los tiempos Señor, que prometiste

 

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

 

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

 

para amarte y servirte en esta vida

 

y gozarte después de santa muerte.

 

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

 

en este atardecer que se avecina,

 

serena claridad y dulce brisa

 

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

 

SALMODIA

 

 

Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

 

nos parecía soñar:

 

la boca se nos llenaba de risas,

 

la lengua de cantares.

 

 

Hasta los gentiles decían:

 

«El Señor ha estado grande con ellos.»

 

El Señor ha estado grande con nosotros,

 

y estamos alegres.

 

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

 

como los torrentes del Negueb.

 

Los que sembraban con lágrimas

 

cosechan entre cantares.

 

 

Al ir, iban llorando,

 

llevando la semilla;

 

al volver, vuelven cantando,

 

trayendo sus gavillas.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

 

Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

 

Si el Señor no construye la casa,

 

en vano se cansan los albañiles;

 

si el Señor no guarda la ciudad,

 

en vano vigilan los centinelas.

 

 

Es inútil que madruguéis,

 

que veléis hasta muy tarde,

 

los que coméis el pan de vuestros sudores:

 

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

 

una recompensa es el fruto de las entrañas:

 

son saetas en mano de un guerrero

 

los hijos de la juventud.

 

 

Dichoso el hombre que llena

 

con ellas su aljaba:

 

no quedará derrotado cuando litigue

 

con su adversario en la plaza.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

 

Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.

 

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

 

¡Dichoso el que teme al Señor

 

y sigue sus caminos!

 

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

 

serás dichoso, te irá bien;

 

tu mujer, como una vid fecunda,

 

en medio de tu casa;

 

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

 

alrededor de tu mesa:

 

ésta es la bendición del hombre

 

que teme al Señor.

 

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

 

que veas la prosperidad de Jerusalén

 

todos los días de tu vida;

 

que veas a los hijos de tus hijos.

 

¡Paz a Israel!

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 3. Dichoso el que teme al Señor.

 

 

LECTURA BREVE   2Co 1, 21-22

 

 

Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.

 

 

V. El Señor es mi luz y mi salvación.

 

R. El Señor es la defensa de mi vida.

 

 

ORACIÓN

 

 

OREMOS,

 

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por Cristo nuestro Señor.

 

Amén.

 

 

CONCLUSIÓN

 

 

V. Bendigamos al Señor.

 

R. Demos gracias a Dios.

 

 

 

II VÍSPERAS

 

(Oración de la tarde)

 

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

 

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: ¿DONDE ESTÁ MUERTE, TU VICTORIA?

 

 

¿Dónde está muerte, tu victoria?

 

¿Dónde está muerte, tu aguijón?

 

Todo es destello de su gloria,

 

clara luz, resurrección.

 

 

Fiesta es la lucha terminada,

 

vida es la muerte del Señor,

 

día la noche engalanada,

 

gloria eterna de su amor.

 

 

Fuente perenne de la vida,

 

luz siempre viva de su don,

 

Cristo es ya vida siempre unida

 

a toda vida en aflicción.

 

 

Cuando la noche se avecina,

 

noche del hombre y su ilusión,

 

Cristo es ya luz que lo ilumina,

 

Sol de su vida y corazón.

 

 

Demos al Padre la alabanza,

 

por Jesucristo, Hijo y señor,

 

denos su espíritu esperanza

 

viva y eterna de su amor. Amén.

 

 

SALMODIA

 

 

Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.

 

 

Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.

 

 

Oráculo del Señor a mi Señor:

 

«Siéntate a mi derecha,

 

y haré de tus enemigos

 

estrado de tus pies.»

 

 

Desde Sión extenderá el Señor

 

el poder de tu cetro:

 

somete en la batalla a tus enemigos.

 

 

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

 

entre esplendores sagrados;

 

yo mismo te engendré, como rocío,

 

antes de la aurora.»

 

 

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:

 

«Tú eres sacerdote eterno

 

según el rito de Melquisedec.»

 

 

El Señor a tu derecha, el día de su ira,

 

quebrantará a los reyes.

 

 

En su camino beberá del torrente,

 

por eso levantará la cabeza.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 1. Cristo es sacerdote eterno según el rito de Melquisedec. Aleluya.

 

 

Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

 

 

Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.

 

 

No a nosotros, Señor, no a nosotros,

 

sino a tu nombre da la gloria;

 

por tu bondad, por tu lealtad.

 

¿Por qué han de decir las naciones:

 

«Dónde está su Dios»?

 

 

Nuestro Dios está en el cielo,

 

lo que quiere lo hace.

 

Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,

 

hechura de manos humanas:

 

 

tienen boca, y no hablan;

 

tienen ojos, y no ven;

 

tienen orejas, y no oyen;

 

tienen nariz, y no huelen;

 

 

tienen manos, y no tocan;

 

tienen pies, y no andan;

 

no tiene voz su garganta:

 

que sean igual los que los hacen,

 

cuantos confían en ellos.

 

 

Israel confía en el Señor:

 

él es su auxilio y su escudo.

 

La casa de Aarón confía en el Señor:

 

él es su auxilio y su escudo.

 

Los fieles del Señor confían en el Señor:

 

él es su auxilio y su escudo.

 

 

Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,

 

bendiga a la casa de Israel,

 

bendiga a la casa de Aarón;

 

bendiga a los fieles del Señor,

 

pequeños y grandes.

 

 

Que el Señor os acreciente,

 

a vosotros y a vuestros hijos;

 

benditos seáis del Señor,

 

que hizo el cielo y la tierra.

 

El cielo pertenece al Señor,

 

la tierra se la ha dado a los hombres.

 

 

Los muertos ya no alaban al Señor,

 

ni los que bajan al silencio.

 

Nosotros, sí, bendeciremos al Señor

 

ahora y por siempre.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. 2. Nuestro Dios está en el cielo, y lo que quiere lo hace. Aleluya.

 

 

Ant. 3. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

 

 

Cántico: LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7

 

 

El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

 

 

Aleluya.

 

La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios

 

(R. Aleluya)

 

porque sus juicios son verdaderos y justos.

 

R. Aleluya, (aleluya).

 

 

Aleluya.

 

Alabad al Señor sus siervos todos.

 

(R. Aleluya)

 

Los que le teméis, pequeños y grandes.

 

R. Aleluya, (aleluya).

 

 

Aleluya.

 

Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.

 

(R. Aleluya)

 

Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.

 

R. Aleluya, (aleluya).

 

 

Aleluya.

 

Llegó la boda del cordero.

 

(R. Aleluya)

 

Su esposa se ha embellecido.

 

R. Aleluya, (aleluya).

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. Alabad al Señor sus siervos todos, pequeños y grandes. Aleluya.

 

 

LECTURA BREVE   2Ts 2, 13-14

 

 

Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros, para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

 

V. Nuestro Señor es grande y poderoso.

 

R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

 

 

V. Su sabiduría no tiene medida.

 

R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

 

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

R. Nuestro Señor es grande y poderoso.

 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

 

 

Ant. Hijo, recuerda que ya recibiste tus bienes durante tu vida; Lázaro, en cambio, recibió males. Ahora él recibe aquí consuelo, y tú tormento.

 

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

 

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

 

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

 

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

 

su nombre es santo,

 

y su misericordia llega a sus fieles

 

de generación en generación.

 

 

El hace proezas con su brazo:

 

dispersa a los soberbios de corazón,

 

derriba del trono a los poderosos

 

y enaltece a los humildes,

 

a los hambrientos los colma de bienes

 

y a los ricos los despide vacíos.

 

 

Auxilia a Israel, su siervo,

 

acordándose de su misericordia

 

-como lo había prometido a nuestros padres-

 

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. Hijo, recuerda que ya recibiste tus bienes durante tu vida; Lázaro, en cambio, recibió males. Ahora él recibe aquí consuelo, y tú tormento.

 

 

PRECES

 

 

Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:

 

 

Acuérdate, Señor, de tu pueblo.

 

 

Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos los hombres,

 

que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.

 

 

Guarda, Señor, la alianza sellada con tu sangre

 

y santifica a tu iglesia para que sea siempre inmaculada y santa.

 

 

Acuérdate de esta comunidad aquí reunida,

 

que tú elegiste como morada de tu gloria.

 

 

Que los que están en camino tengan un viaje feliz

 

y regresen a sus hogares con salud y alegría.

 

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

 

Acoge, Señor, a tus hijos difuntos

 

y concédeles tu perdón y la vida eterna.

 

 

Terminemos nuestras preces con la oración que Cristo nos enseñó:

 

 

Padre nuestro...

 

 

ORACION

 

 

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

 

CONCLUSIÓN

 

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

 

R. Amén.

 

 

 

COMPLETAS

 

(Oración antes del descanso nocturno)

 

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

 

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

 

y ante vosotros, hermanos,

 

que he pecado mucho

 

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

 

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

 

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

 

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

 

R. Amén.

 

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

 

gracias, Señor, es nuestra melodía;

 

recibe, como ofrenda, amablemente,

 

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

 

de darle vida al día que fenece,

 

convierta en realidad lo que fue un sueño

 

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

 

de pecadora en justa, e ilumina

 

la senda de la vida y de la muerte

 

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

 

la noche oscura sobre nuestro día,

 

concédenos la paz y la esperanza

 

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

 

SALMODIA

 

 

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

 

 

Salmo 90 - A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE.

 

 

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

 

que vives a la sombra del Omnipotente,

 

di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío.

 

Dios mío, confío en ti.»

 

 

Él te librará de la red del cazador,

 

de la peste funesta.

 

Te cubrirá con sus plumas,

 

bajo sus alas te refugiarás:

 

su brazo es escudo y armadura.

 

 

No temerás el espanto nocturno,

 

ni la flecha que vuela de día,

 

ni la peste que se desliza en las tinieblas,

 

ni la epidemia que devasta a mediodía.

 

 

Caerán a tu izquierda mil,

 

diez mil a tu derecha;

 

a ti no te alcanzará.

 

 

Tan sólo abre tus ojos

 

y verás la paga de los malvados,

 

porque hiciste del Señor tu refugio,

 

tomaste al Altísimo por defensa.

 

 

No se te acercará la desgracia,

 

ni la plaga llegará hasta tu tienda,

 

porque a sus ángeles ha dado órdenes

 

para que te guarden en tus caminos;

 

 

te llevarán en sus palmas,

 

para que tu pie no tropiece en la piedra;

 

caminarás sobre áspides y víboras,

 

pisotearás leones y dragones.

 

 

«Se puso junto a mí: lo libraré;

 

lo protegeré porque conoce mi nombre,

 

me invocará y lo escucharé.

 

 

Con él estaré en la tribulación,

 

lo defenderé, lo glorificaré;

 

lo saciaré de largos días,

 

y le haré ver mi salvación.»

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

 

 

LECTURA BREVE   Ap 22, 4-5

 

 

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

 

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

 

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

 

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

 

luz para alumbrar a las naciones

 

y gloria de tu pueblo Israel.

 

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

 

ORACION

 

 

OREMOS,

 

Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.

 

Amén.

 

 

BENDICIÓN

 

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

 

R. Amén.

 

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

 

Madre del Redentor, Virgen fecunda,

 

puerta del cielo siempre abierta,

 

estrella del mar,

 

 

ven a librar al pueblo que tropieza

 

y se quiere levantar.

 

 

Ante la admiración de cielo y tierra,

 

engendraste a tu santo Creador,

 

y permaneces siempre virgen.

 

 

Recibe el saludo del ángel Gabriel,

 

y ten piedad de nosotros, pecadores.

 

 

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